Genoveva Añonma es un ejemplo de cómo en el deporte femenino se puede estar envuelto en una atmosfera de obstáculos, señalamientos y dificultades; pero también de cómo la superación y esfuerzo personal al final son suficientes.
El 30 de noviembre de 2008 debió ser uno de los días más
felices de Genoveva Añonma, sin embargo las lagrimas que caían de su cara no
eran de felicidad. Genoveva había cumplido su sueño, era campeona del Campeonato
Internacional de Mujeres, goleadora y mejor jugadora. Sin embargo ese mismo día
había sido acusada de no ser ella, sino el.
Tan solo unos segundos antes pasó de tener el mundo del
fútbol femenino a sus pies a vivir una pesadilla. Genoveva era una habilidosa
jugadora, desbordaba con facilidad, pasaba defensas sin mayor dificultad y convertía goles con potencia. Tales
cualidades llamaron la atención de muchos, tanto de técnicos que querían llevársela
para Alemania, Inglaterra o Francia, como de rivales que consumidos por el
desasosiego que sentían al jugar contra ella la acusaron de no ser una mujer,
de ser un hombre que se aprovechaba de
una superioridad física.
Tuvo que desnudarse frente a sus compañeras de equipo,
cuerpo técnico y directivos de su federación en un acto totalmente retrógrado y
anacrónico. Años después Genoveva sigue quejándose de que nunca le aplicaron
una prueba médica en un hospital para acallar a sus críticos.
Sin embargo, supo sortear este episodio negro en su carrera
y hoy en día es una respetada deportista; ha sido seis veces campeona con el
Turbine Postdam de la Bundesliga y dos veces campeona de la Liga de Campeones
de Europa Femenina.
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